Damos un paseo por el barrio de Valdespartera y paramos en sus establecimientos más populares para conocer de cerca las propuestas gastronómicas y hosteleras más originales.
El Barrio de Valdespartera nació de un proyecto de urbanización desarrollado entre los años 2001 y 2002. Su nombre proviene de la localización de los terrenos, ubicados en el antiguo Acuartelamiento de Valdespartera, al sur de Zaragoza.
El convenio entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Zaragoza incluía la construcción de casi diez mil viviendas, destinando un 97% de ellas a viviendas de protección oficial. Este acuerdo para la creación de un nuevo barrio supuso la mayor actuación de vivienda de protección pública bajo los criterios del Plan Nacional de Vivienda 2002-2005.
Valdespartera es considerada una ecociudad debido a que cumple con los criterios de desarrollo sostenible: urbanismo que integra a personas de diferentes sectores sociales, viviendas con un coste muy accesible, planteamiento de equipamientos deportivos, lúdicos, culturales…
Su vinculación a la cultura se aprecia, por ejemplo, en algunos de los nombres de sus calles, plazas o parques. Calle La Diligencia, en honor al viaje en carruaje más peligroso de John Wayne, Plaza Nanuk, el Esquimal como tributo al primer documental de la historia, o la Avenida Casablanca, que revive uno de los clásicos de la historia de la pantalla grande.
En el barrio, todavía en proceso de urbanización, cada vez se proponen planes hosteleros y gastronómicos más innovadores. Dando un paseo por sus cinéfilas calles, descubrimos Nati Natillas, la primera cafetería de especialidad de Valdespartera.
Ubicado en la calle Luces de la Ciudad, nos encontramos con un local especialmente acogedor y con una oferta muy variada. Cafés especiales y tortitas para el desayuno, nachos con queso para abrir el apetito, bagels para la merienda, e incluso una amplia variedad de cócteles para los más noctámbulos.
Javier y Paula, que fueron compañeros de trabajo en otra cafetería del centro de Zaragoza, decidieron crear un negocio ideal “intentando desviarse de los aspectos más tradicionales de la hostelería”. Sin duda, lo consiguieron. Tan solo cinco meses después de la apertura, el Nati Natillas ya es una de las cafeterías más frecuentadas no solo del barrio, sino de toda la ciudad.
Una de las razones de su éxito, además de su ubicación estratégica, es el servicio del brunch. Se sirve en los días festivos y fines de semana, y contiene: un picnic con parte dulce y parte salada, una bebida fría y otra caliente y un postre. Una de las múltiples combinaciones podría ser: Smoothie, café, dos croissants, huevos rotos con bacon y una granola con yogur y puré de mango.
Además del completo servicio, en Nati Natillas ponen todo su empeño en esos pequeños detalles que hacen que vuelvas a visitarlos. Un trato amable y cercano, conocer el nombre de sus clientes, generar empatía… todo lo posible para que te sientas como en casa.
Después de caminar durante varios minutos y seguir descubriendo más lugares pintorescos del barrio, la esencia italiana nos conduce a la Pizzería Diavola. Regentada por Enrico Maccioni en un local con un aspecto exterior muy tradicional y un ambiente de lo más italiano en su interior.
“MUCHOS CLIENTES VIENEN POR LA RUTA DEL BRUNCH Y DEL DESAYUNO”
Las dimensiones del local, según nos cuenta Enrico, no eran importantes con tal de que el horno pudiese entrar por la puerta. Un aparato de más de 2500 kilos es el encargado de satisfacer con creces a los clientes de la pequeña pizzería de la calle Desayuno con Diamantes (la mismísima Audrey Hepburn quedaría sorprendida si probase una de sus pizzas artesanales).
Uno de los secretos de la popularidad del restaurante es la materia prima. “Más del noventa por ciento del producto es traído directamente de Italia. La mozzarella fresca, varios tipos de tomate…”. Además, para los que creen que el secreto está en la masa, los trabajadores del restaurante se reúnen todos los miércoles para trabajar en ella y dejarla fermentar durante 24 horas. Solo así se logran resultados excelentes.
Quizás la filosofía de trabajo también haya influido en el éxito del negocio. El local ofrece un servicio de cenas de jueves a domingo, y de comidas y cenas durante el fin de semana. “Buscamos que los trabajadores vivan bien y estén contentos, así se ofrece siempre un buen servicio”.
También trabajan con plataformas de reparto como Glovo, aunque según nos cuenta Enrico, el tamaño de alguna de sus pizzas ha dado lugar a divertidas anécdotas, excediendo la capacidad de las ya clásicas mochilas amarillas.
La Pizzería Diavola no solo es famosa por sus pizzas. Según uno de sus muchos clientes satisfechos: “Para qué vamos a irnos al centro si la mejor comida italiana de Zaragoza está en el barrio”. Sus ensaladas, platos de pasta o especialidades como la lasaña boloñesa han conseguido consagrar al Diavola como el italiano por excelencia de la zona, o para muchos comensales, de toda la ciudad.
A pocos metros de la pizzería, damos un salto intercontinental para desplazarnos a la India. Dalai Valdespartera es un local de temática hindú situado en el número 30 de la Avenida de Casablanca. Aunque el aspecto renovado del negocio refleje lo contrario, ya hace once años desde que Ángel decidió embarcarse en su apertura.
“La idea era darle forma a Valdespartera, que estaba empezando a poblarse. Aunque la intención no era solo abrir un bar de barrio, sino un local puntero en la ciudad de Zaragoza, que llamara la atención”, nos cuenta su dueño con cierta emoción.
La temática hindú, pensada para darle al Dalai un toque de personalidad y convertirlo en un lugar especial, se aprecia en la tenue iluminación, los muebles exóticos, las figuras de buddha distribuidas por todo el local… Según Ángel, “la meticulosa decoración ayuda a que los clientes que los visitan pasen un buen rato”. Un servicio completo es otra de las claves del negocio. Gracias a que cuentan con doble licencia (de noche y de día) abren a las diez de la mañana y los fines de semana pueden llegar a cerrar a las cuatro y media de la madrugada. Por sorprendente que parezca, en Dalai puedes desayunar un buen café con un dulce por la mañana, y volver por la noche para disfrutar de un concierto y una copa (o las que surjan). Su carta, con variedad de opciones celiacas, es la típica en la que decidirte por tu plato favorito requiere unos cuantos minutos de reflexión y debate. Raciones clásicas como las patatas bravas con la salsa especial de la casa, varias ensaladas muy elaboradas, platos para compartir como el cachopo o el pulpo, sándwiches, dulces… Aunque su verdadera especialidad, según afirma Ángel, son los huevos rotos o las hamburguesas.
La calidad y la laboriosa elaboración de todos sus platos es otro de los secretos de su popularidad tanto en el barrio como en la ciudad. La carta de Dalai está pensada para sorprender a sus clientes: “Lo que buscamos es hacer de platos sencillos algo especial. Si el cliente viene a comerse un bocadillo, no queremos que se vaya con la sensación de haberse comido cualquier cosa. Un buen bocadillo puede ser un auténtico manjar”.
“ME CUESTA UN OJO DE LA CARA, PERO CASI TODO EL PRODUCTO ME LO TRAEN DE ITALIA”
Una breve parada en la gastronomía italiana, un desayuno especial en una de las cafeterías más distinguidas de la ciudad y un pequeño momento de relax, ensimismados por la más pura esencia hindú. Así ha sido nuestro recorrido hostelero por el barrio de Valdespartera, un proyecto de urbanización todavía en proceso, pero con sorprendentes propuestas gastronómicas que han llegado al barrio para quedarse.