Ioana y Cristian Bolovan en el interior de su bar, El Baleares

 

Conocemos algunos de los bares y restaurantes más míticos de La Romareda, una zona llena de vida y con todo tipo de establecimientos para disfrutar de la gastronomía zaragozana

Nos volvemos a ir de paseo por la ciudad. Y lo hacemos, como no podría ser de otra manera, a través de nuestros bares y cafeterías, los cuales dotan de una personalidad única a cada zona que habitan, sobre todo gracias a las personas que los regentan. En esta ocasión, nuestra ruta nos lleva hasta uno de los barrios con más vida y movimiento de la ciudad: hablamos de la zona Romareda, ubicada en el distrito Universidad de Zaragoza. ¿Comenzamos?

A pesar de que nos encontramos en un distrito eminentemente estudiantil, debido a la proximidad de uno de los campus principales de la Universidad de Zaragoza -el cual data del siglo XVI-, los hosteleros aseguran que si hay algo que destaca de esta zona es la variedad de gente, sobre todo de paso, que se encuentran cada día. No en vano, además del famoso estadio de La Romareda -casa del Real Zaragoza-, encontramos el Auditorio de Zaragoza, la Cámara de Comercio, el hospital Miguel Servet, el parque Antonio Labordeta o el centro comercial Los Porches del Audiorama. ¿Alguien da más?

Nuestro paseo comienza en la calle Asín y Palacios número 11, en uno de los bares míticos de la zona como es El Baleares. En su interior, Ioana y Cristian Bolovan, junto a una de sus trabajadoras, Valentina; se esmeran por dar el mejor servicio. Aquel que llevan dando en este local desde que llegaron en diciembre de 2021. “Nos encanta nuestro trabajo, y eso la gente lo nota”, admite Cristian. Aquí cada cliente que pasa por la puerta tiene nombre y apellido: “Son los de siempre, aunque viene mucha gente de paso, sobre todo por el fútbol”.

Mientras Ionana se encarga de preparar una completa variedad de tapas, uno de los mayores reclamos del establecimiento ubicado prácticamente a pies del estadio, Cristian y Valentina se mueven con rapidez por el local, que cuenta con un comedor ubicado en la segunda planta del local, y una amplia terraza al otro lado de unas paredes abatibles. “Es como estar en la misma plaza”, afirman. Y es que aunque se trata de una zona con muchos bares, el movimiento de gente es tal que, aseguran, “hay trabajo para todos”.

La oferta la completan sus bocadillos, platos combinados, raciones y platos del día. Esta semana tienen pollo guisado o merluza con brócoli, entre otras alternativas. “Cuando llegamos aquí enseguida me enamoré de la zona. Creo que es la más completa de Zaragoza y hay gente a todas horas”, admite Cristian. Y es que, como explica, para dedicarse al mundo de la hostelería tienes que sentir auténtica vocación por lo que haces.

Ya en la calle Eduardo Ibarra encontramos varios locales pertenecientes a la asociación, como el mítico restaurante El Foro, que este año celebra sus bodas de plata. Han sido 25 años en los que han cambiado muchas cosas. Todo, menos su filosofía y su capacidad de innovación constante, que se han mantenido intactas. Así lo afirma Nacho Machín Rodés, uno de sus responsables. “Desde el principio ofrecemos producto de temporada, de calidad y con un esmerado servicio de sala. Además, apostamos por el producto autóctono aragonés, km 0, y sobre todo aquel que se encuentra en peligro de extinción”, destaca. Como por ejemplo, el masito de Guara, el garbanzo de Cucalón, el melón de Torres de Berellén o el tomate zaragozano.

 

Equipo de El Foro en el interior del restaurante

 

“No solo lo hemos buscado, sino que nos hemos vuelto locos por añadirlo a nuestra carta y darlo a conocer entre la ciudadanía”, añade Pedro Martín, chef del restaurante zaragozano desde hace casi dos décadas. “Nuestro reto es fijarnos en lo que se hace en todo el mundo, traerlo a casa y adelantarnos a las modas”, añade el cocinero. Así, periódicamente organizan unas jornadas gastronómicas en las que tratan de compartir algunos de sus últimos avances.

El local, ubicado frente al mítico estadio, cuenta con varios salones y un espacio de barra. En sus paredes se aglutinan algunos de los últimos premios conseguidos, como el de Mejor Tapa Original de Aragón o Mejor Plato de Ternasco de Aragón. Algunas de estas recetas han pasado a formar parte de su carta permanente: “La clave es no conformarse nunca y no quedarse estancados. Y, cuando funciona, seguir innovando, actualizando y trabajando.

La esencia es la misma, pero si no se renueva se convierte en un clásico y nosotros no lo somos”. ¿Otro de sus mayores retos? Transformarse en un restaurante sostenible.

El paseo continúa y, muy cerca, nos topamos con otro de los locales míticos del barrio. El restaurante Rogelios, con Luis Soler y Mariluz Berna a los mandos, acompañados de sus hijos Lara, Alicia y Luis Carlos. Juntos, se preparan para celebrar los 50 años de restaurante que fundó don Gonzalo, y cuyo testigo recogieron en 2015. “Es un honor y un lujo haber llegado hasta aquí. Ahora toca seguir trabajando”, admite el hostelero.

 

Luis Soler y Mariluz Berna, propietarios de Rogelios

 

Esta familia cuenta con más de 40 años de experiencia detrás de una barra. Y sino que se lo digan a Luis, natural de Cuevas de Cañart, que comenzó a trabajar detrás de una barra cuanto tan solo tenía 14. “No quería estudiar y me llevaron a Alcañiz, donde acabé fundando mi propio negocio: Wimpi. Allí comenzamos a preparar sándwiches cuando aquí apenas existían”, rememora.

Fue hace ocho años cuando surgió la oportunidad de traspasar Rogelios, y no se lo pensaron. “Un local con fama de buena cocina, buen servicio y buen producto. Era una responsabilidad, pero también un regalo”, admite. Decidieron cambiarle el nombre, pero poco. Así pasaría a denominarse ‘Nuevo Rogelios’. A parte de albergar bodas, bautizos y comuniones de pueblos de varios kilómetros a la redonda, el fútbol forma una parte fundamental de su historia y forma de ver la vida, sobre todo en la parte de cafetería.

Ya en el restaurante, cuentan con capacidad para más de 600 personas distribuidas en cinco salones. A los fogones se mantiene su chef de toda la vida, Marcial Gabás, oscense con casi 40 años en este mismo establecimiento. “Ofrecemos platos que giran en torno a una cocina tradicional con sabores de antes, y una importante representación de producto local”, explica el propietario. ¿Su plato estrella? La fideuá. “Nos gusta la zona porque está bien comunicada, tiene mucha vida y, aunque hay muchos locales, no hay competencia. Somos compañeros”, destaca.

En medio de la plaza ubicada frente al estadio La Romareda y el Auditorio de Zaragoza nos encontramos el quiosco de Croquetarte. Y en él a sus dos encargados, Antonio Cuartero y Cristina Fernández. ¿En su interior? Como su propio nombre indica, solo croquetas. Eso sí. La variedad es inigualable. Las hay saladas -con 15 sabores a elegir- o dulces, así como aptas para celiacos. Y es que “las croquetas le gustan a todo el mundo y queremos que cualquiera pueda disfrutarlas”; admite ella.

Cristina Fernández y Antonio Cuartero, dueños de Croquetarte

 

Además, estas croquetas se elaboran de manera artesana en un obrador ubicado en la capital aragonesa, el cual distribuye a los tres locales de Croquetarte que hay en estos momentos en la ciudad. “Tenemos sabores como ternasco al chilindrón, borraja con gulas al ajillo, pollo al caramelo, pimentada o cabrales con membrillo a la sidra; aunque las que más salen son las tradicionales, las de jamón y bacalao. Cada una tiene su público”, asegura Fernández.

En cuanto a las dulces, para los más lamineros, pueden ser de galleta oreo con mascarpone, queso fresco con frambuesa o chocolate negro con nueces. “Y es que, sin duda, se trata de un producto tradicional que no pasa de moda. “Hay gente que come o cena croquetas, y que viene a comprarlas congeladas para hacerlas en su casa”, asegura la encargada. También se pueden tomar en el propio local, en formato croquetón; o se pueden llevar en formato cono. Muchas abuelas ya no hacen croquetas, las compran aquí” afirma, divertida.

Nos adentramos en el centro comercial Los Porches del Audiorama donde damos con nuevos establecimientos pertenecientes a Cafés y Bares como es la cervecería D’Jorge, ubicada en la planta principal. Allí nos recibe Claudia Chisca, su encargada, la cual derrocha amabilidad y alegría por los cuatro costados. “Disfruto de mi trabajo y eso se nota. Claro que hay momentos malos, pero siempre se quedan atrás gracias a los buenos”, reivindica.

Claudia Chisca, encargada de la cervecería D’Jorge en Romareda, junto a su equipo

 

Y es que para la encargada, que lleva más de 17 años en este mismo establecimiento, lo más bonito de su trabajo es hacer felices a las personas. “Al estar tan cerca del hospital muchas veces viene gente que necesita una sonrisa. Lo más bonito es poder hacer felices a otras personas con tu trabajo”, admite. En el caso del local zaragozano, llama la atención su amplia variedad de tapas y montaditos de todo tipo, carta que completan sus bocadillos, raciones y platos combinados.

“Estamos en un barrio con mucho ambiente y gente muy variada, y la verdad es que es un lujo formar parte de este lugar tan especial, también desde un centro comercial en el que pasan tantas cosas”, añade. Y sino que se lo pregunten a Juan Manuel Ferrando, gerente de Láser Space, ubicado en la planta baja de este mismo espacio, en el 8 de la plaza Emperador Carlos.

 

Juan Manuel Ferrando, gerente de Láser Space

 

El zaragozano ofrece un laberinto de lasertag, con tecnología de última generación en cuanto a pistolas láser y a chalecos receptores, actividad que combina con la oferta gastronómica de su zona de restaurante y cafetería. “Lo que más llama la atención es nuestra oferta de brasas, con alitas de pollo, chorizo, longaniza, panceta, chuletas o pescado”, especifica. Aunque existe un menú cerrado, también ofrecen la posibilidad de crear eventos a medida. “Actualmente trabajamos mucho con cumpleaños, despedidas de soltero y actividades de teambuilding, es muy raro que haya un local de estas características en el centro de la ciudad, y tan bien conectado”, reivindica.

Al otro lado de la plaza nos encontramos con el bar restaurante Emperador, en el número 2 de la plaza, regentado por Violeta Zheng desde hace más de una década. “Llegamos aquí por casualidad, a raíz del traspaso de sus dueños, que llevaban más de 60 años aquí”, explica. Sin duda, este local es uno de los míticos para los forofos del fútbol. “Se dice que si no pasas por aquí antes o después de un partido, es como no haber visto el encuentro”, bromea.

Equipo de Emperador en la entrada del restaurante

 

De nuevo, encontramos una amplia variedad de tapas y raciones en su barra, entre las que destacan sus croquetas, empanadillas y sus famosas gambas orly, o el menú del día, que parece “como hecho en casa”. “En esta zona hay muchísimo trabajo, no paramos. Somos afortunados”, resume Zheng.