Un paseo por algunos de los más conocidos establecimientos de la zona, que derrochan personalidad, variedad y autenticidad en estado puro a ambos lados de la barra

De vuelta con nuestros tradicionales paseos por algunos de los bares y establecimientos de la ciudad, hoy nos perdemos por la zona de Miguel Servet con una oferta de lo más diversa y original.

Comenzamos nuestro paseo por CBR Internacional Tavern de la mano de su gerente, Raúl Cubero. Si lo que buscas es probar una buena cerveza este es sin duda tu lugar pues cuentan con más de 40 referencias llegadas de todo el mundo, y con una buena apuesta por el producto nacional. Ubicada en el número 34 de la avenida de Miguel Servet resulta muy fácil encontrar esta taberna de estilo irlandés, sobre todo por su vistosidad.

El local se asoma a la céntrica vía con una asombrosa y amplia terraza que parece trasladarnos al lejano oeste sin salir de la cuidad. En su interior, un curioso y cuidado decorado nos permite
desplazarnos hasta algún lejano lugar. “Abrimos el establecimiento hace 16 años junto a mi hermano, Luis”, rememora Cubero. Y es que hasta el mismo nombre tiene que ver con las consonantes de su apellido. Estos hermanos zaragozanos cuentan con una larga tradición hostelera de casi 40 años, aunque comenzara de manera algo casual. “Nuestros padres no tenían nada que ver con este mundo, al que llegaron un poco por probar”, reconoce el hostelero.

Regentaron los recreativos Cubero o MACU’S, una pizzería en Las Fuentes. Aunque se centraron en El Puente, el cual todavía regentan. “Nosotros seguimos sus pasos en 2007, cuando mi hermano terminó sus estudios en Los Ángeles y decidió volver a casa. Yo llevaba tiempo echando una mano a nuestros padres, era otra época. Se trabajaba muy bien y todo era muy diferente”, reconoce.

Los hermanos tenían muy claro que querían traer algo completamente diferente a la ciudad, y apostaron por un concepto que comenzaba a escucharse con fuerza. “Nos gustaba mucho el concepto irlandés y decidimos tirar por ahí. Tenemos otro bar en Rosales del Canal, de ambiente egipcio, nos apetecía probar”, reconoce. En cuanto a su oferta, además de la cerveza -como clara protagonista- encontramos encurtidos, banderillas y patatas para acompañar. “En cerveza destacan nuestras belgas, de alta graduación, aunque también nos piden mucho nuestro café”, afirma.

A tan solo unos metros nos topamos con uno de los bares más clásicos de la zona, el Bar Servet, que como su propio nombre indica, está muy, pero que muy arraigado, a este lugar. Regentado por Joaquín Mateo, junto a su hermana, Patricia, entrar a este local es como volver a casa. ¿El motivo? Su apuesta por la cocina de toda la vida, protagonizada por sus miércoles de puchero, que causan auténtico furor en el barrio.

Ubicado en el 24 de la avenida Miguel Servet el establecimiento abrió sus puertas hace 51 años de la mano de sus padres. Ellos, prácticamente, no han hecho otra cosa. “Llevamos aquí toda la vida. Siempre hemos hecho esto”, afirma Joaquín, que se encarga de sacar adelante la zona de bar del local, dividido en dos ambientes.

En la barra encontramos raciones y tapas de todo tipo, también de las de siempre, con patatas bravas, huevos rotos, calamares, sepia o madejas, destacando el jamón de Teruel. También hay platos combinados, ensaladas y sándwiches en la zona de cafetería. En un segundo espacio cuentan con el restaurante con un menú del día y platos caseros. “Lo que más piden son las tapas estrella como las gambas orly, el bacalao, los chipirones o el calamar”, admite el zaragozano.

Sobre los estantes de la barra vemos algunos de los premios que han ganado a lo largo de su historia, también del concurso de tapas de Cafés y Bares. “Hemos conseguido ocho premios a lo largo de nuestra historia, como la Mejor Tapa Mediterránea, entre otros”, afirma, orgulloso. El zaragozano asegura que siente verdadera pasión por su forma de vida: “No he hecho nunca otra cosa, pero sin duda me quedo con el trato con la gente y su alegría”.

Abandonamos la vía principal, pero no nos vamos muy lejos. En concreto hasta uno de los puntos neurálgicos del barrio como es la calle Lorenzo Pardo. Allí, en la cafetería El Arcángel, nos espera Víctor Blasco, su gerente. El bar está repleto, “casi como cada día”, admiten. Y es que en su interior nos topamos con el ambiente de bar de barrio que tanto atrae a su público de toda la vida. “Aquí hay vecinos que bajan solos porque saben que siempre se van a encontrar a alguien”, reivindica el hostelero.

Blasco comenzó a trabajar puntualmente en el bar en 1997, cuando lo llevaba su tío. Allí conoció a su actual mujer, Belén Martínez, que trabajaba como camarera. En 2006 decidieron coger el testigo y dedicarse al 100% a esta vida. “Tan dura, pero tan gratificante al mismo tiempo”, reivindica. Y es que si hay algo que destaca en El Arcángel es el ambiente y la vida que rebosa. “Tenemos clientes de todas las edades, jubilados que vienen a echar el pincho o jóvenes que vienen a contarse la vida”, explica.

Todos los jueves hay dardos, con su equipo local, y cuando toca, el fútbol también tiene un espacio reservado en este local. ¿Y todos los días? Sus tapas, que no defraudan a la mayoría. “Tenemos bocadillos, raciones, hamburguesas y platos combinados, todo casero. Pero lo que destaca de nuestro bar es la oferta de tapeo”, reivindica. La empanadilla es una de las claras protagonistas, aunque la variedad es extensa. “Todos los días a partir de las 8 de las tarde las dejo a mitad de precio, viene gente de propio para esto, y se van cenados a casa”, admite Blasco.

“Nuestra clientela no es de paso, es de diario, y de toda la vida. Algunas personas nos dejan una copia de sus llaves de casa en el bar, por lo que pueda pasar”, afirma, orgulloso. Y es que esta zona, ubicada entre el barrio de San José y el centro de la ciudad, guarda lo mejor de cada espacio. “Lo mejor de nuestro trabajo siempre está al otro lado de la barra, la satisfacción de que la gente se vaya contenta con lo que haces… eso no tiene precio, a pesar de todo”, concluye.

Tan solo unos metros más allá se encuentra la Cervecería Almar, en el número 7 de Lorenzo Pardo, regentada por un animado matrimonio formado por un maño de pura cepa; Alfredo Hernández, y una canaria, María del Mar Bonet. Y es precisamente de esta combinación de la que surgen algunas de sus recetas estrella, como sus papas con mojo picón. “Nos las quitan de las manos”, bromean.

Durante estas fechas navideñas el local luce todo tipo de luces y decorados en casi cualquier rincón. “Nos encanta decorar el bar en cada época del año. En Halloween, en primavera, cuando toca”, relata el hostelero. Y es que si hay alguien que conoce bien este barrio es él, ya que lleva más de tres décadas dedicándose a la hostelería en esta zona. “Incluso trabajé aquí, hace diez años, cuando lo llevaban otros propietarios”, rememora.

Hoy, en Almar -denominada así por las iniciales que encabezan sus dos nombres- hacen lo que mejor saben hacer: cuidar a sus clientes. “Llevaba tiempo pensando en estabilizarme y emprender por mi cuenta, hasta que apareció este local”, admite. Eso fue hace diez años.

Entre sus especialidades, además de las papas, se encuentran sus frituras de pescado -con su surtido Almar, que cuenta con puntillas, calamares, sardinas y mejillones- y el morro. “Hoy podemos decir sin ningún tipo de duda que es uno de los mejores de la ciudad”, reivindica. Eso sí, la oferta es verdaderamente amplia. Con raciones, tapas y bocadillos de todo tipo. “Aquí puedes comer desde unas puntillas hasta un chuletón”, afirma.

“La hostelería… esto te tiene que gustar. Sino no trabajas de esto. Es un ritmo de vida distinto, tiene que tener paciencia y don de gentes, y capacidad de adaptación”, concluye.

Al final de Lorenzo Pardo llegamos a la calle Escultor Félix Burriel donde nos topamos con el último de los locales de este viaje por el barrio de San José. Se trata del Pub Lord Byron, regentado por el zaragozano Feliciano Bernabeu, el cual sabe bien el significado de la afirmación “renovarse o morir”.

Hace 25 años abrió las puertas de este establecimiento, un bar de copas que ha ido atravesando diversas épocas, mejores y peores, pero ninguna como la pandemia. “En ese momento todo lo que había hecho para ganarme la vida desapareció junto con el resto del ocio nocturno”, reconoce. Fue por eso por lo que decidió darle un giro 360 a su vida, pero sin abandonar el que había sido su hogar durante más de dos décadas. “Decidí cambiar mi modo de trabajo y convertirme en bar y cafetería, ampliando con una oferta de tapas y montaditos”, explica.

Un cambio un poco drástico que no acabó tan mal para este zaragozano que ha acabado ganando el segundo premio del concurso de tapas de Cafés y Bares con la tapa Senbazuru en el Bayron. “Todo esto ha sido un camino autodidacta. Siempre me ha gustado cocinar y he tenido mano, pero jamás pensé que formaría parte de mi manera de ganarme la vida”, admite.

Ahora, el trabajo se ha multiplicado, ya que, admite, “el mundo de la noche ha cambiado mucho”. “Ha bajado todo bastante, y la gente de diario me ofrece otras cosas. Además, trabajar desde un barrio siempre ha sido distinto”, asegura. El zaragozano se prepara para celebrar su 25 aniversario por todo lo alto, con un evento en el que habrá tapas, música en directo y hasta magia. “Al fin y al cabo, cumplir más de dos décadas al frente de un negocio no es nada fácil”, afirma, convencido.

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