El Tuno, situado en la Zona Universitaria de Zaragoza, lleva más de 30 años siendo el centro de reuniones de los jóvenes de la ciudad.
Hace 30 años Isidro Francés, propietario del conocido establecimiento El Tuno situado en la zona Universitaria de Zaragoza, abrió el bar junto a dos socios más. Seis meses más tarde solo quedaban dos para sacar ade- lante el negocio y desde hace seis Isidro ha sido el único encargado de su gestión. “Estamos enfocados a un público joven por la zona en la que nos encontramos junto a la Universidad de Zaragoza, pero también tenemos una clientela muy fija que viene desde la Academia General Militar”.
Y es que para muchos militares, como para tantos otros jóvenes zaragozanos, el Bar El Tuno se ha convertido en el lugar de concentración y reuniones. “Hay días que entre militares, estudiantes y clientes de la zona, tengo a más de 100 personas por la mañana en el bar”.
Los aficionados al fútbol también encuentran en El Tuno un buen lugar de reunión, y es que su ubicación, junto a la Universidad y la plaza de San Francisco, le convierte en el sitio perfecto para quedar con los amigos. Y no solo su ubicación es lo que le hace especial, sus precios han hecho que nunca falten los clientes.
“Los precios son baratos. Una jarra de cerveza a 1,50€ es muy atractivo. Además, nuestra comida de calidad tiene precios asequibles; platos combina dos, bocadillos, patatas bravas, alitas…”, cuenta Isidro. En su carta podemos encontrar bocadillos desde los 3 hasta los 5 euros y platos combinados por 6 o 7.
Aunque la crisis les afectó como a todos los establecimientos hosteleros, la clave para ellos ha sido reinventarse. “Bajamos los precios y hubo que prescindir de personal y trabajar más horas. La crisis afectó a los padres y si ellos no tenían dinero, los hijos tampoco y se notaba en el bar”. Hace un año reformaron el local dándole un aire mucho más juvenil. “Hemos apostado por un cambio con una estética muy bonita que pega a la zona en la que nos encontramos”.
Isidro ya tiene edad para jubilarse pero reconoce que todavía no se lo plantea porque sigue disfrutando de su trabajo. “Trabajar me da la vida y me encuentro mucho mejor cuando lo hago”, reconoce el hostelero. Y es que cuando las ganas y el buen trabajo se juntan, solo pueden salir buenos resultados.