Una caña aporta alrededor de 90 kilocalorías, solo el 5% de lo que debe consumir un adulto en condiciones normales. Si se consume de forma moderada, es beneficiosa para la salud.
Ha llegado la hora de decir adiós al mito de la barriga cervecera. Una caña suele tener unos 200 mililitros y alrededor de 90 kilocalorías, lo que representa menos del 5% de la energía calórica que debe consumir a diario un adulto en condiciones normales, entre 2.000 y 2.500 kilocalorías.
Así lo asegura el presidente de la Fundación Alimentación Saludable, Jesús Román, quien reconoce que la grasa abdominal “en ningún caso” se debe a un alimento en concreto y cree que es más “un reflejo de obesidad” causada por un desequilibrio energético y por una vida sedentaria. “Consumimos muchas más calorías que las que gastamos o hacemos muy poco ejercicio físico”, según Román, que considera injusto culpabilizar a la cerveza del aumento de la obesidad.
Pero el bajo contenido calórico de esta bebida no es el único argumento que desmiente el mito de la barriga cervecera, sino que varias investigaciones científicas han confirmado que la explicación para la obesidad abdominal y la mal llamada “curva de la felicidad” hay que buscarla en cierta predisposición genética, unida a una alimentación desequilibrada, a la ingesta excesiva de calorías y a la falta de actividad física diaria.
“Todos los estudios impulsados en los últimos años destacan que no hay vinculación entre el consumo de cerveza y el aumento de masa abdominal”, ha insistido este experto. De hecho, esta bebida tiene una gran cantidad de beneficios, siempre y cuando se consuma de forma moderada y dentro de un estilo de vida saludable y una alimetación equilibrada.
Muchos expertos destacan los efectos protectores de la cerveza sobre el sistema cardiovascular por los nutrientes derivados de sus ingredientes naturales, como las vitaminas del grupo B y los polifenoles o antioxidantes naturales, que poseen una gran capacidad antiinflamatoria y antioxidante.