Abrió sus puertas el pasado 1 de septiembre en la Plaza San Pedro Nolasco para ofrecer los mejores productos aragoneses del mercado.

Hay bares que por su nombre ya incitan a entrar. Es el caso del Bar Morrete, que abrió sus puertas el pasado 1 de septiembre con una idea clara; ofrecer producto aragonés y de calidad.

Situado en la Plaza de San Pedro Nolasco de Zaragoza, este establecimiento con un encanto peculiar, corre a cargo de la gestión de Javier Rada: “Abrí el Morrete porque me quedé sin trabajo y me di cuenta de que las circunstancias laborales eran muy delicadas, así que decidí em­prender y autoemplearme”.

Pero Javier no empezaba de cero. Su larga trayectoria en la hostelería ha hecho que cuide todo al míni­mo detalle. “En 1977 empecé en la restauración y desde 1988 fui mai­tre de hotel, así que ahora busco profesionales acordes a mi pensamiento y manera de ver esta profesión”, asume. Por ello, ha querido contar con su viejo amigo y cocin­ero Francisco Muela, que cuando recibió la llamada de Javier se animó a tomar las riendas de la cocina del Morrete. “Durante 5 años trabajamos juntos en diferentes hoteles y quise contar con el en este proyecto”.

En la barra del Morrete se pue­de encontrar una gran variedad. Des­de tapas, y pinchos, hasta raciones. Todo elaborado con sus propias manos. “No hay nada congelado, ex­cepto lo que exige la normativa. Ten­emos toda variedad de quesos de Radiquero y de Acebo del Moncayo. He contactado con una empresa de jamones de Teruel, queremos que todo sea D.O”, detalla Javier.

Y es que, el paso de los años ha hecho que este maitre sepa muy bien el producto que quiere mane­jar: “En el Morrete tenemos costilla a la brasa, chuleta de vaca vieja, de buey y ahumados”.

Además de por su gastronomía, destaca por su decoración moder­na y desenfadada, a cargo de Saray Rada, hija de Javier. “Hemos creado un pequeño salón privado para cele-brar comidas o cumpleaños. El espa­cio es para un máximo de 10 perso­nas pero nos adaptamos a todo”.

A pesar del poco tiempo que lleva abierto, y casi sin darse a conocer, la gente no duda en sentarse en su pequeña terraza y disfrutar de la plaza San Pedro Nolasco.