El Bar Fausto se traspasa tras 28 años de vermús, anchoas y servicios a cargo de Manolo Frago y Encarna Cirés, que se despidieron este pasado 22 de mayo del mítico local zaragozano.

 

Manolo en la barra, Encarna en la cocina y el vermú como momento estrella del día han conformado la receta del éxito del Bar Fausto durante más de 28 años. Un negocio que sin duda alguna ha conseguido ganarse el cariño y la fidelidad de buena parte de la ciudad, convirtiéndose en uno de los lugares de referencia del aperitivo en Zaragoza. 

“Lo que más agradeceremos siempre es el cariño de la gente”. Con estas gratas palabras se despiden Manolo Frago y Encarna Cirés, dueños hasta el pasado 22 de mayo del ya traspasado Bar Fausto, un clásico en el barrio Jesús, y que se ubica en el número 26 de la calle homónima al barrio. 

Con la calidad siempre por bandera, estos hosteleros han conseguido vender durante casi tres décadas miles de anchoas, gambas, calamares, e incluso la inventada “Croqueta de Vinagrillos”, con una carta limitada pero centrada en el culto al género fresco. 

Un servicio a la antigua usanza, con tapas recién hechas y un ambiente único que se construye entre el interior y su particular y ajardinada terraza, han conseguido “el cariño de toda la clientela, que es lo más bonito y gratificante después de todo el sacrificio que esto supone”, declara Encarna. “Nos sentimos muy queridos, te asombra a veces, no nos colgamos ninguna medalla, pero la gente valora las cosas más de lo que nos habríamos imaginado”, añade. 

Los ya exdueños del negocio pusieron fin a su etapa con un vermú popular el domingo 22 de mayo, como forma de devolver ese cariño que les inunda vermú tras vermú, especialmente los fines de semana. 

Lo cierto es que Manolo y Encarna no son los primeros dueños de este punto neurálgico de la margen izquierda de la capital aragonesa, ya que el local cuenta “con más de 80 años de historia”, según declara el propio Frago. 

El bar pertenecía a Goya y Fausto, que dio nombre al negocio, y su especialidad era la misma que estos profesionales han desarrollado durante casi 3 décadas. 

Ambos profesionales de la hostelería se han asegurado de que su jubilación no suponga la pérdida del legado del Bar Fausto, igual que la mantuvieron ellos en su momento. El local ha sido traspasado a Eduardo y María, una joven pareja que lleva trabajando con ellos 4 años y que han aprendido junto a Manolo y Encarna muchos de los trucos y claves del negocio. 

Esta nueva etapa del Bar Fausto se estila más bien como una continuidad de la tradición del vermú, con esperanza de que la esencia de este bar “de toda la vida” centrado en la tapa antigua no se pierda.

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