Entre botellas de licores y rodeado de cuadros y fotografías que son la historia del local, Javier Sanz, propietario del Bar Brasil situado en la calle Jordán de Urries, muy cerca de Don Jaime I, espera los papeles de la jubilación para dar por finalizados sus años de hostelero.

Abrió la verja por primera vez junto a su padre el 7 de mayo de 1982, heredando el nombre de Bar Brasil del anterior dueño, y ahora, como único propietario del local, admite que le “va a costar cuando cierre por última vez con llave”, pero que ya se ha merecido un buen descanso. Y es que desde que Javier regenta este bar, tan sólo han pasado por él seis camareros que lo han ayudado, junto a su padre y su hermano, a servir desde vermuts al mediodía hasta cubatas por las noches.

Con la Expo de 2008 llegó un cambio en el Bar Brasil: cerraron la cocina y se terminaron los vermuts. Antes este local era conocido por sus platos de marisco y de morro, pero quitar la cocina supuso, además de un alivio para Javier, un cambio en las costumbres del bar. “Este bar es totalmente familiar y siempre lo ha sido, pero antes eran otros hábitos”, pero reconoce que la gente, del barrio pero también de fuera, seguía viniendo a pesar del cambio, y sobre todo gente joven.

Las buenas costumbres no se han perdido en este bar en el que parece que no ha pasado el tiempo, pues Javier no es el único que ha permanecido en él a lo largo de los años. El cuadro de Naranjito del 82 que preside la pared de la barra es un ejemplo de ello, como también lo es la caja registradora de 1967 que tantas conversaciones ha protagonizado.

 

Ahora que este local espera su fecha definitiva de cierre y que todavía no sabe si se traspasará cuando llegue su jubilación o bajará la persiana definitivamente, todo el mundo quiere llevarse un trozo de él. “El cartel de fuera se lo va a llevar uno que fue camarero aquí”, comenta orgulloso. Por su parte, él ya ha seleccionado los cuadros y los marcos de fotos con recortes de periódicos que no puede dejar atrás.

También Javier tuvo que parar. 18 meses estuvo cerrado el Bar Brasil a causa de las restricciones que impedían consumir en la barra. Pero tras un parón más largo de lo esperado, regresó, y con él lo hicieron sus clientes que han pasado el legado de padres a hijos. “Aquí entra gente joven y mayor, y todos hablan con todos, y eso no se ve en otros sitios”, afirma. Y es que la experiencia y los 40 años en este bar han hecho que Javier conozca a todo el que entra y para él eso ha sido la verdadera riqueza de este bar: “Que sigan viniendo los que vienen toda la vida”.

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