Ricardo Morales, antiguo directivo de Cafés y Bares y hostelero durante muchos años, fue un auténtico innovador en el sector que unió gastronomía y cultura y creó el concurso de tapas.

Hay innovadores por naturaleza, personas inquietas nacidas para revolucionar el sector en el que, por unas circunstancias u otras, acaban trabajando. Uno de ellos es Ricardo Morales, un pionero en la hostelería zaragozana que importó tendencias de otras ciudades y países, uno de los primeros en unir gastronomía y cultura y el ideólogo del certamen de tapas oficial más antiguo de España, que hoy en día se ha convertido en un evento gastronómico de referencia: el Concurso de Tapas de Zaragoza, que este año vivirá su vigésimo cuarta edición.

Su bar, Los Amigos, fue uno de los más populares de El Tubo, donde se hizo famoso por sus bocadillos de calamares y por sus tapas hasta que cerró sus puertas en diciembre de 2003. “Siempre intenté innovar y traer a Zaragoza ideas que veía en otras ciudades o países cuando viajaba. Cuando a finales de los 80 llegaron a Zaragoza las cadenas de comida rápida, nos afectó a los bares tradicionales y tuvimos que cambiar nuestra oferta. Me fui de viaje a París y en la zona universitaria vi que vendían bocadillos espectaculares que no se hacían, así que me traje la idea y triunfaron”, recuerda Morales, quien hizo algo similar con las tapas, ya que viajaba mucho a San Sebastián.

“Daba gusto ir a sus bares y ver sus barras, te entraban por la vista. En Zaragoza había tapas, pero las más tradicionales, así que para incentivar la innovación se nos ocurrió comenzar un concurso con el que dar a conocer los bares, crear una cultura de tapeo y que los hosteleros tuvieran una motivación para hacer cosas nuevas. Además, queríamos poner en valor el trabajo de los propios hosteleros”, explica el exdirectivo de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza, quien no esperaba que este certamen tuviera tanto éxito ni que fuera a convertirse en uno de los eventos gastronómicos de referencia en Zaragoza y España. Tanto ha sido así, que otros muchos concursos de tapas de otras ciudades se basaron en las bases y el formato del de Zaragoza. “A la primera edición se apuntaron 19 bares y ahora, con perspectiva, podemos decir que ha contribuido a mejorar el nivel de nuestra gastronomía”, recuerda.

Otra tendencia en la que fue pionero fue en ligar la gastronomía con la cultura. “En el centenario de Buñuel, por ejemplo, hicimos tapas con los títulos de sus películas y basadas en ellas. También lo hicimos con otros personajes, y para ellos estudiábamos su obra, su vida y sus gustos y creábamos una tapa que tuviera una conexión real con la persona en cuestión”. Palabra de pionero.