Este histórico establecimiento del Coso reabrió sus puertas hace menos de un año con nuevos propietarios y una propuesta original y muy atractiva basada en comida fresca, sana, ligera y de vanguardia con toques e inspiración de cocinas de otros países.


 

 

Ahora el Coso huele a cocinas de países lejanos, a productos frescos y sanos cocinados con toques vanguardistas, a algo diferente a lo que se puede encontrar en cualquier otro restaurante de la capital aragonesa. Sin encasillarse y con propuestas originales y únicas, El Windsor comienza a hacerse un hueco en el corazón de la Zaragoza cosmopolita, viajera y amante de la gastronomía.
“Nuestro concepto es claro: comida fresca, ligera y de vanguardia. Apostamos por el producto de cercanía elaborado de una forma diferente y siempre recién hecho”, asegura Ana Pertusa, impulsora de este proyecto que ha vuelto a llenar de vida un local histórico que además de buena comida puede presumir de fachada y rosetones en el techo, ya que ambos están catalogados como Bienes de Interés Cultural.
El Windsor mantiene su nombre al tratarse de un establecimiento muy conocido en la ciudad, aunque ha renacido con un concepto totalmente diferente al de los últimos proyectos que han pasado por esta ubicación. En solo unos meses de vida, el Windsor ha logrado diferenciarse con una propuesta en la que la comida es una parte importante de la experiencia, pero no la única.


“Prestamos mucha atención a los detalles, que son sencillos pero cuidados, a la atención a los clientes, tenemos cervezas bombeadas sin gas…”, explica Pertusa. La propuesta, pese a la solera del establecimiento, es muy informal, y algunos de los platos inspirados en la comida callejera asiática incluso se sirven sin cubiertos para que el comensal disfrute de la comida con las manos.
Es palpable la mezcla entre lo global y lo local, que queda claramente de manifiesto en bocados como la croqueta de kimchi y gambas o el Gua Bao de calamar bravo, que mezcla este pan taiwanés elaborado al vapor con el calamar bravo típico de Zaragoza, aunque está hecho con chipirones rebozados con alioli de miso y siracha. También hay salteados al wok, como un ‘pad thai’ estilo tailandés o una chaifa inspirada en Perú, carpaccio, ceviche, gyozas, dumplings…
Otro de sus fuertes es la brasa, donde se cocinan piezas tan sabrosas como desconocidas en nuestra tierra, como es el caso de la entraña, un corte argentino de ternera muy sabroso, o la picanha, de origen brasileño, además de entrecotte, tuétano o pescados.
Además de una interesante carta con platos y tapas para todos los gustos, muchos de ellos concebidos para compartir, El Windsor cuenta con menús degustación a partir de 25 euros con los que uno puede hacer un intenso viaje gastronómico sin moverse del Coso.

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