El Bar Jauja lleva más de 45 años ofreciendo a las zaragozanos una cocina tradicional a base de menús, tapas y bocadillos con sabor de hogar.

Fue un 22 de diciembre de 1972  cuando el bar Jauja abrió sus puertas en la calle Embarcadero, 2, en pleno barrio zaragozano de Casablanca. Ahora, 46 años más tarde, a base de mucho esfuerzo de sus padres, los hermanos Óscar y Raquel Serrano regentan el establecimiento con la misma ilusión y energía que sus progenitores. “Lo montó mi padre aquí porque era del barrio. Nosotros somos la segunda generación, pero al final lo has mamado desde niño, estás físicamente aquí desde que naces”, afirma Óscar Serrano.

Conservando ese aroma y decoración de los bares de siempre, su nombre se debe “a un tío nuestro que regenta un bar llamado igual en Onteniente, un pueblo de Valencia”.
Más allá del homenaje, sobre las paredes descansan las placas de su fundación y la de su 25 aniversario como integrante de la Asocación de Cafés y Bares de Zaragoza, fechada en 2002. “Mi padre fue uno de los socios fundadores, estaba en la junta”, recuerda Óscar al mismo tiempo que está pendiente de su último pedido: un Jaujín, un bocadillo de tortilla de patata con buena cantidad de mayonesa y picante. “Es uno de nuestros productos estrella”, matiza Serrano.

Su cocina “de toda la vida” va desde los bocadillos variados, los menús diarios y festivos, las tapas típicas y otras adaptadas a los tiempos gastronómicos que corren. “Tú ves un menú de hace 25 años y uno de ahora y no tienen nada que ver. Disponemos de tapas clásicas como pueden ser las croquetas de jamón y huevo, las de langostinos, borrajas o las empanadillas de toda la vida. En los menús también tenemos los típicos guisos de carne, lentejas o judías verdes. Pero también, en los festivos, ofrecemos otros platos más
innovadores como hojaldres de queso azul, crepes o crujientes”, afirma.

Tras más de cuatro décadas de actividad, el bar puede presumir de no haber vivido la crisis y de contar con una clientela fija gracias a su emplazamiento, oferta gastronómica y precios populares. “Nos vienen muchos estudiantes y padres de los colegios de al lado, también los típicos trabajadores de empresa”, sostiene Óscar. Estos índices positivos y su recorrido
intachable encontró premio en 2017, cuando Aragón con Gusto homenajeó la trayectoria de su madre, María Carmen Puyo, quien estuvo al frente de los fogones desde ese 22 de diciembre del 72 hasta septiembre de este año. Ahora, galardones y premios a un lado, con Óscar al frente de la barra y Raquel en la cocina, buscan seguir “como siempre”, conservando la esencia y el calor de hogar que imprimen a cualquiera de sus platos y elaboraciones.

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