Si el paraíso tuviera forma de queso, se llamaría bar Estudios y estaría en una calle con el mismo nombre en el centro de Zaragoza. Su carta fija de 40 tipos diferentes de queso ya sirve para hacernos una idea de lo que se puede encontrar, oler y saborear en este establecimiento familiar que en 2016 cumplirá 40 años de vida. Antonio Diez abrió las puertas del bar en 1976 y el local se amplió dos veces hasta su estado actual, con una amplia barra siempre repleta de queso y embutidos y un comedor que cuenta con 16 mesas. En la actualidad es su hijo, Carlos Diez, quien lleva las riendas del negocio. Lo dirige desde hace ya dos décadas con la misma pasión con la que comenzó, pero con más experiencia y un amplio conocimiento de lo que demandan los clientes. “Mi padre ya vio que la apuesta por el queso funcionaba y hemos mantenido esta especialización.

En la actualidad el modelo sigue vigente”, asegura Carlos, quien desde que se hizo cargo del bar ha ido ampliando la carta tanto en número como en variedad y procedencia de los quesos. “Contamos con las mejores variedades de Aragón, las principales denominaciones españolas y quesos de importación”, explica el dueño del Bar Estudios, quien ha elaborado una amplia y variada carta para satisfacer todos los gustos: “Tenemos todos los tipos de sabores, texturas y curaciones. Desde los más suaves, siempre con personalidad, hasta los más potentes y agresivos”.

 

Pero su oferta de quesos no se limita a los 40 fijos, sino que cada mes se incorporan, de forma temporal, nuevas variedades. Y Carlos no solo sirve, sino que también escucha y recomienda. “Me gusta hablar con la gente que viene y poder hacerles recomendaciones según lo que me dicen que les gusta o apetece. Cuando piden una tabla, por ejemplo, la elaboro en el momento con quesos de diferentes tipos de leche, texturas y sabores para que todos sean totalmente distintos. No hay dos tablas iguales”, asegura el dueño del Bar Estudios, que no solo ha logrado mantener a su clientela más fiel, sino también atraer a un público nuevo y joven. “Hay de todo, desde gente que venía con sus padres y ahora viene con sus hijos hasta otros que vienen por primera vez”.

Pero en el bar Estudios también hay excelentes embutidos, pasando por su famosa y sabrosa cecina de caballo. “La base del negocio es la calidad en la materia prima, ya que la trabajamos casi en bruto. También una buena atención al cliente y unos precios acordes a la situación actual”, asegura Carlos Diez. Otro de sus grandes atractivos son los patés -destacan el de crema de cecina y los artesanos de Aínsa, pero hay de todo tipo- y las suelas, como la de piquillo con atún o la de bacalao ahumado.

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